El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados -ACNUR-, acaba de dar a conocer la impresionante cifra de refugiados ucranianos -cerca de 6,1 millones- por la guerra de Rusia contra Kiev. La escalofriante cifra solo confirma la violencia con que se ha desatado la estrategia invasiva de Moscú sobre su vecino de 44,13 millones de habitantes aunque cerca de 37 millones bajo control efectivo de Kiev en los 81 días de la guerra.

Es verdad que en las últimas horas hubo acuerdos para permitir la evacuación de civiles en la devastada acería de Azovstal (Mariúpol) y hasta el propio gobierno de Ucrania ha evacuado a más de 264 militares con lo cual se confirma la penosa realidad de una porción del territorio que ha caído bajo el control ruso. Lo cierto es que los refugiados son aquellos que han tenido que salir del país por la inminencia del peligro de muerte por la guerra.

Su movilización, entonces, se concreta tan solo con cruzar las fronteras del país que los vio nacer y en busca de protección. Se trata de una migración forzada, es decir, por imperio de las circunstancias dado que si acaso permanecen en el país es altamente probable que sufran menoscabos a su integridad física que podría ocasionar hasta la muerte. Pero no solo se trata de refugiados -la mitad ha llegado hasta el territorio polaco y la otra han llegado a Rumania, casi un millón, Hungría, unos 600 mil, Eslovaquia, con cerca de 415 mil, Moldavia, con unos 460 mil, Bielorrusia, cerca de 27 mil y a Rusia, unos 800 mil contra todo pronóstico-, sino debemos contar una impresionante cantidad de desplazados, siendo éstos, en cambio, un número menor a los refugiados, pues en realidad se trata de los habitantes de Ucrania que se van de un punto a otro dentro del país pero sin salir del territorio nacional.

La gran mayoría de los que se encuentran en esta última condición no es que decidan quedarse en el país porque se aferran al suelo que los vio nacer o en el que viven por tiempo relevante. Nada de eso. Los desplazados generalmente son aquellos que no cuentan con prácticamente nada de recursos como para poder solventar su salida del país y porque no se hallan en los lugares de mayor impacto por la guerra o porque consideran que el conflicto podría acabar en cualquier momento. En el fondo el drama es el mismo.