Si antes la historia oficial de América Latina se reducía a una suerte de desfile militar, como decían muchos escritores, en estos tiempos el desfile es por las fiscalías, cortes judiciales y penales.
Por supuesto, el elector está hastiado de esta realidad. Por eso, a Yonhy Lescano le basta con ensalzar la imagen del líder histórico de su partido, Fernando Belaunde, y repetir en todos los foros el “no seas ocioso, no seas mentiroso, no seas ladrón”, para encabezar las encuestas.
La gente ve la marca Acción Popular más asociada a Belaunde Terry que a Manuel Merino y eso es clave en estas elecciones. “Decir de él que no robó nunca, a pesar de haber estado cerca de 10 años en el poder –del que salió, en las dos ocasiones, más pobre de lo que entró-, es decir mucho en un país, donde en los últimos 20 años, el saqueo de la riqueza nacional y la cleptocracia gubernamental han sido prácticas generalizadas”, dijo Mario Vargas Llosa sobre FBT hace algún tiempo.
Ante la degradación de la clase política y del poder, dos candidatos, quienes gritan a los cuatro vientos que son diferentes a los tradicionales, están peleando arriba. Por un lado, Rafael López Aliaga, quien para muchos es la bruta y desbocada sinceridad, ha irrumpido en el proceso electoral con un discurso dictado por la irritación. Sin embargo deja ver su verdadero rostro a la hora de responder a los cuestionamientos. No solo evidencia inseguridad sino que proyecta intransigencia, intolerancia y desequilibrio, factores muy negativos para un gobernante. Por el otro lado, George Forsyth, quien se preocupa más por dar buena impresión antes que dar soluciones.
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