En los últimos tres años, el Perú se ha sumado a la iniciativa mundial de contar con radares meteorológicos para monitorear la precipitación de manera remota a nivel nacional, con el objetivo de contribuir en la gestión del riesgo de desastres. Este proceso de implementación, que será realizado a mediano y largo plazo, requiere de una gran inversión.

El Instituto Geofísico del Perú (IGP) cuenta con profesionales en desarrollo e innovación tecnológica, además de científicos expertos formados en universidades de Estados Unidos en el uso de radares para estudios atmosféricos. Es por ello que desde 2019 se ha embarcado en el proyecto para la construcción de un prototipo de radar meteorológico para estudios de precipitación, el cual debe estar culminado e iniciando sus pruebas a fines de 2020. Por su parte, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrografía (Senamhi), como parte del sistema de alerta temprana de huaicos en la cuenca del Rímac, se encuentra en el proceso de adquisición de uno de estos sistemas.

Ambas iniciativas apuntan a implementar progresivamente esta tecnología a nivel nacional. Pero, ¿qué sucede luego que se instale esta novedosa tecnología? Contar con esta moderna y novedosa instrumentación implica muchos más retos de los que se han planteado inicialmente. Se debe contar con profesionales capacitados en nuestro país o en el extranjero en la operación y mantenimiento de los mismos, como también de un centro nacional de monitoreo de dichos fenómenos de origen climático. Pero un objetivo de mayor importancia es dar prioridad a la investigación científica empleando la instrumentación, validando los estimados con instrumentación en tierra y con modelos numéricos. Estas nuevas temáticas de investigación a nivel mundial se vienen perfeccionando día a día, por lo que representan un nuevo reto a nivel nacional.

De esta manera, mediante el conocimiento científico y tecnológico que posee el IGP se contribuye con ciencia para protegernos y con ciencia para avanzar.

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