Nuevamente un asunto de índole personal, relacionado con un personaje público, acaparó la atención de los medios de comunicación y sobre todo de las redes sociales, que de un tiempo a esta parte se han convertido en el gran tribunal en el que se condena o se absuelve a los que están en el ojo de la tormenta. Unas imágenes emitidas en el programa “Magaly TV, la firme”, de la actual pareja del exfutbolista Luis Alberto “Cuto” Guadalupe, en situaciones románticas con otro hombre, generó una corriente de opinión que casi siempre tiene al exceso como el elemento en común para pronunciarse de la vida de otros. Sobre el tapete siempre estará la legalidad de la difusión y seguimiento de ciudadanos que lo único que tienen de trascendente es su relación con alguien mediático, pero lo que habría que reflexionar es que, con el pretexto de difundir una información, se reafirmen estereotipos que evidencian el machismo que existe aún latente en la sociedad. Por ejemplo, una de las virtudes que se le señala al deportista desde que se supo que la madre de su hijo le fue infiel es resaltar que es un “buen hombre” porque inmediatamente la perdonó, casi como si ella hubiera cometido un delito del que él, por generosidad extrema, la absolvió. ¿Acaso nos ponemos a pensar que en la vida de una pareja hay situaciones que no conocemos y que tienen consecuencias en las que ambos son culpables? Pero no,  lo más fácil, es buscar a la villana del cuento, fortaleciendo prejuicios de género que van a terminar provocando que en el grueso de la población se comentan feminicidios por conductas que “mancillan la honra de los hombres”. Presentar hechos de la vida íntima de una pareja,  criticarlos, desmenuzarlos y calificarlos desde los medios de comunicación, las redes sociales y las diversas plataformas, con la simpleza de una charla de amigos de fin de semana es peligroso. Buscar la chacota, lo superfluo, convertimos en simples juzgadores, sin espacio para la empatía y un análisis serio no lleva a nada para tratar de mejorar como sociedad. Muchos dirán, yo no provoqué el escándalo, no empujé a fulana a que cometiera tal o cual cosa, claro, eso es una decisión personal, pero no tomar en cuenta que detrás de lo que uno presenta con desenfado y hasta con burla, hay un hombre o mujer que sufre por sus acciones, es poco humano.

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