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El anuncio del presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, acerca de que el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski reducirá los estereotipos sexistas en los medios de comunicación durante su discurso en el Congreso de la República, empezó a alborotar a los canales de televisión, con preocupación evidente porque hay quienes consideran que el mensaje estaba dirigido principalmente a los productores detrás de los realities de competencia, en buen romance a Esto es guerra y Combate. Programas de gran audiencia que a partir de la advertencia tendrían que poner “las barbas en remojo”. Porque, señores, estos programitas, para algunos, tienen la culpa de todos los males que padece la juventud actual. De la nula capacidad lectora de los estudiantes peruanos, del interés de los muchachos por tener músculos de campeonato para “triunfar en la vida”, de que las chicas se embaracen precozmente, de que la vida sea una eterna competencia, de la violencia contra la mujer y hasta de la gran injusticia de que sus participantes consigan más auspicios que un deportista que nos representó en las Olimpiadas. ¿Y esto es realmente así? ¿No estaremos exagerando para, por ejemplo, pasar por agua tibia que la verdadera educación de los jóvenes la dan maestros bien pagados, padres preocupados por el bienestar de sus hijos y que no dejan a la televisión como el gran educador? ¿No estaremos echando la culpa de todo a la televisión para justificar malas políticas de educación sexual y reproductiva, de casi nulo apoyo al deporte y sus jóvenes representantes que tienen que poner de la suya para destacar? La lista es larga de lo que se debe mejorar por parte del Estado y también en nuestra televisión, que para empezar debería respetar escrupulosamente el horario de protección al menor y autorregularse para evitar excesos en los contenidos. Lo peligroso es que a partir de las “buenas intenciones” de regular los mensajes que se difunden en la pantalla chica se quiera luego decidir lo que hay que ver, lo que nos conviene o no. El remedio sería peor que la enfermedad.