GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

La noticia de que militares venezolanos habrían sostenido reuniones secretas con sus pares de EE.UU. en el extranjero, con el único objetivo de contar con la ayuda de Washington para derrocar a Nicolás Maduro, cada vez es menos desmentida. Coadyuvan en esta cundida idea los rumores deslizados por la prensa acerca de comentarios que habría hecho el presidente Donald Trump en su entorno más cercano sobre la idea de llevar adelante una invasión militar en Venezuela. Lo que nadie discute, y es una verdad a los cuatro vientos, es que para EE.UU. el gobierno chavista es una piedra en el zapato en la región que estropea la normalidad latinoamericana en la medida que estos lares no son por definición territorios de conflictos, como el Medio Oriente. También debe ser cierto que Trump y el núcleo duro de la CIA lo hayan pensado, no hay que ser ingenuos para creer lo contrario. EE.UU. lo hizo en 1973 apoyando a los militares chilenos encabezados por Augusto Pinochet Ugarte (1973-1990) que derrocaron al gobierno comunista de Salvador Allende (1970-1973). En 1975, al advertir que se había deslizado un plan de Juan Velasco Alvarado (1968-1975) para invadir el norte de Chile y recuperar Arica -el Perú contaba con un temido poderío militar en la región-, le bajó el dedo al enfermo y diezmado presidente nacionalista, y en su lugar apoyó al que presidió el conservador Francisco Morales-Bermúdez Cerruti (1975-1980) luego del denominado “Tacnazo”. No es un secreto, entonces, que a EE.UU. nunca le han agrado los gobiernos de izquierda; sin embargo, tampoco lo es que no se ha negado a apoyar la caída de aquellos que siéndolo han ingresado en la marginalidad del derecho y la política, convirtiéndose en verdaderas dictaduras o tiranías. Trump sabe que ya no vivimos en el mundo de las invasiones bárbaras y que una sobre Caracas impactaría con un descontado alto número de bajas, y que ello supondría la censura mayoritaria de los gobiernos de la región. Seguirá concentrado, entonces, en la posibilidad de que Maduro caiga por una insurgencia desde las propias entrañas de las Fuerzas Armadas venezolanas, y en ese escenario la Casa Blanca siempre apoyará.