Faltan 22 días para que acabe este año y en la noche del último lunes juró el octavo ministro del Interior del 2020. Sin duda estamos en una gran crisis en el sector y la Policía Nacional motivada por el presidente Francisco Sagasti y la premier Violeta Bermúdez, quien al parecer ni siquiera se dieron el trabajo de preguntar al renunciante Cluber Aliaga, antes de nombrarlo, qué opinaba sobre el pase al retiro de 18 generales perpetrado por su antecesor Rubén Vargas.

Aliaga tuvo que irse luego de manifestar el domingo último en Canal N que estaba en contra de la ilegal salida de los 18 generales echados por Vargas con la firma del propio Sagasti. De otro lado, la renuncia se dio horas después de que el fugaz ministro del Interior dijera ante el Congreso que el sábado 14 de noviembre, día en que dos jóvenes fallecieron en una marcha en el Centro de Lima, la Policía Nacional fue atacada por infiltrados.

Sin duda el presidente Sagasti y la premier Violeta Bermúdez llevaron al Poder Ejecutivo a quien tenía una opinión y una postura muy distintas a las trazadas por el gobierno de transición respeto a Interior. Chocó con el discurso oficial. Al final, el hombre solo les duró cinco días en el cargo, lo que genera aún más daño al sector y a la Policía Nacional. Además, da al país una grave sensación de “inocencia”, falta de muñeca y ligereza para el manejo de temas cruciales.

Ahora el nuevo ministro del Interior es el abogado José Élice, exoficial mayor del Congreso, excandidato al Congreso por el Partido Morado y funcionario de Palacio de Gobierno desde la llegada al cargo del presidente Sagasti. Supongo que antes de darle el cargo le habrán preguntado qué opina sobre la salida de los generales y respecto a los hechos de violencia producidos durante las marchas contra el gobierno de Manuel Merino.

Elice es nuevo en el sector, pero por el bien de la PNP y del país es de esperarse que se mantenga en el cargo hasta julio y sea capaz ya no de hacer una reforma profunda, sino de al menos durar en el cargo. La violencia en las calles y la pandemia exigen una institución policial sólida y bien dirigida desde el ámbito político y no lo que hemos visto desde inicios de este año en que el manoseo ha sido escandaloso y peligroso para el ciudadano.