La educación secundaria es el nivel del sistema educativo que más cambios ha tenido en su concepción y propuesta curricular. En la década del 70 pasó a ser parte de la Educación Básica (9 años). Luego venían las Escuelas Superiores de Educación Profesional (3-4 años). En la década del 80 recobra su naturaleza con dos grados de formación común y tres grados en áreas técnicas y de ciencias y humanidades. Con la promulgación de la Ley General de Educación (2003) logra hasta hoy su permanencia como un nivel de la modalidad de la Educación Básica Regular.

A diferencia de la educación inicial y primaria, la secundaria (con 10 mil colegios públicos) presenta varias debilidades. Una es la que se deriva de las evaluaciones nacionales (2015-2019), es decir, de los precarios resultados de aprendizaje, pues el 85% de los alumnos no obtiene logros satisfactorios en Matemática, Lectura, Historia-geografía y Economía, y Ciencia y Tecnología. Otra falencia es una gran desorganización en sus programas con 25 Colegios de Alto Rendimiento, 2 mil Colegios con Jornada Escolar Completa muy floja, y alrededor de 1700 colegios de variante técnica con bajas condiciones educativas de calidad. Estos y otros factores ameritan una evaluación para renovar este nivel educativo (CNE y Minedu- 2021).

En este contexto resulta bueno que los dos candidatos presidenciales que participan en la segunda vuelta electoral muestren deseos de mejorar la secundaria. Sin embargo, preocupa que el candidato Castillo haya expresado la intención de convertir los tres últimos grados de la educación secundaria en “academias preuniversitarias de entrenamiento para el ingreso directo a las universidades”. Ello no permitiría formar estudiantes saludables, que sean ciudadanos con valores, así como productivos (con tecnologías) para forjarse un proyecto de vida personal. La reforma de la secundaria debe ser para avanzar en la formación moderna e integral de los jóvenes peruanos.