Para las elecciones generales del 2021 se han presentado 24 listas presidenciales. Es señal de una profunda dispersión política y del afán por la figuración, lo que explica la gran desconfianza ciudadana en los políticos y su representación.

Desde hace años se busca aplicar la reforma político-electoral en el país, pretendiendo superar la dispersión política: 24 partidos políticos inscritos además de otros que buscan lograr su inscripción. Tras las elecciones del 11 de abril del 2021, los partidos que no superen el 5% de los votos válidos, perderán su inscripción. Se espera que sobrevivan menos de una decena.

Los partidos políticos no pueden seguir como hasta hoy. Se los necesita democráticos, con capacidad de debate y de análisis de los problemas de la sociedad, con escuelas de formación, con verdadera vida institucional, asambleas, plenarias, congresos y decisiones adoptadas por mayoría respetando las minorías, que permitan desterrar o aminorar el caudillismo, aquel que impone su voluntad sin respetar la decisión democrática de “un militante, un voto”.

Si cada organización política asume y plantea principios que sustentan la sociedad que se aspira construir, debieran tener la capacidad y voluntad de aplicarlos en su vida institucional. Si no es así, se queda en palabrería hueca.

En la derecha e izquierda del espectro político prima la dispersión. No hay ninguna alianza electoral inscrita, salvo el esfuerzo de Juntos por el Perú con Nuevo Perú, aunque este último aún sin inscripción. Se necesita de la unidad para lograr ser Gobierno y hacer viables las propuestas programáticas. La izquierda aún busca el camino unitario. La experiencia de gobiernos hermanos en América Latina lo exige.