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Diferentes gobiernos en los últimos años intentaron realizar reformas en el sector Educación con miras a tener una preparación adecuada y de calidad. La mayoría se quedó en buenas intenciones y otros prefirieron hacerse de la vista gorda o borrar lo avanzado para implementar programas de acuerdo con la coyuntura o interés político. Todo un fracaso.

Los experimentos y cambios llevaron a que la enseñanza en el país, tanto en colegios como en centros superiores, se convierta en una búsqueda de lucro antes que en apostar por verdaderos objetivos que ayuden al desarrollo y transformación del país.

Sin embargo, cuando se aprobó y puso en marcha la nueva Ley Universitaria 30220, que norma la creación, funcionamiento, supervisión y cierre de universidades, muchos la apoyaron y otros se opusieron; incluso cierto sector político la satanizó por ir en contra de sus intereses económicos, ya que vio a la educación como un fin para enriquecerse y tener poder, dejando de lado lo más importante: calidad y profesionales preparados para un mundo mucho más competitivo.

Esta norma es hoy en día una de las más importantes reformas que tenemos en los últimos años y que está ayudando a garantizar el compromiso por una mejor enseñanza superior; en pocas palabras: calidad.

A pocas semanas de concluir las evaluaciones, donde 80 universidades consiguieron su licenciamiento y a 19 se les denegó, entre las últimas la más llamativa es la Inca Garcilaso de la Vega, lo que sin duda es todo un indicador de que la reforma sigue firme y debe continuar, pese a artimañas acogidas por ciertos juzgados del territorio nacional con inoportunas medidas cautelares. Que no pare la reforma.