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Así como no hay cosa peor para un país que una burocracia paquidérmica y experta en “tramitología” que paraliza hasta el reparto de alimentos a niños necesitados, también es muy nocivo que un gobierno pretenda hacer las cosas a la volada, sin sentido de previsión y como salgan. Lo estamos viendo en estos días, ante la premura del presidente Martín Vizcarra por sacar adelante las reformas políticas y electorales que todo el país reclama, pero bien hechas.

Apenas se destapó la inmundicia de “Los Cuellos Blancos del Puerto”, quedó claro que hacía falta cambios. Lo primero, con mucha lógica, fue reformar el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM). Hubo un referéndum en diciembre del año pasado en que se aprobó su casi refundación. El Poder Ejecutivo fue el gran promotor de las propuestas y los plazos. Sin embargo, el primer intento por poner en marcha la Junta Nacional de Justicia (JNJ) ha fracasado.

Ayer el defensor del Pueblo, Walter Gutiérrez, a cargo de la comisión de reclutamiento, señaló que pedirá al Congreso autorización para efectuar cambios en el proceso de evaluación de los postulantes a ser parte de la JNJ. También ha admitido errores en el examen, que llevó a que solo tres de 104 postulantes resulten aprobados. Añadió que no se había logrado convocar a los mejores abogados, que tendrán la misión de nombrar y evaluar a jueces y fiscales.

En ese mismo referéndum al que fuimos convocados todos los peruanos, el propio presidente Vizcarra pidió votar en contra de la propuesta de bicameralidad que semanas antes la bancada oficialista había apoyado con sus votos en el Congreso. Se dijo “no” a la resurrección del Senado, tal como pidió el Mandatario, pero más tarde la comisión nombrada por Palacio de Gobierno la volvió a plantear. ¿Total? Ahora presenciamos un problema por la inmunidad parlamentaria.

Las reformas son demasiado importantes como para que estén siendo manoseadas de esta forma e impulsadas para que salgan de cualquier manera. Estamos hablando de cambios profundos que, en teoría, deben durar muchos años y ayudar a evitar muchas de las situaciones patéticas que hemos visto en los últimos años y que nos han llevado a desconfiar de las autoridades, de los políticos, del Estado y hasta del sistema, lo cual es muy peligroso.