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Monopolio solía ser un concepto económico que aludía al dominio de mercado de una marca, afectando a los consumidores vía precios. Ahora son los monopolios tecnológicos los que concentran el poder, datos y control sobre el espacio público y tienen la capacidad de ejercer este poder sobre un número creciente de actividades económicas, especialmente en la infraestructura y tecnologías del futuro. Eso nos dice Jamie Bartlett (ideas.ted.com 3/5/2018).

Observemos las empresas tecnológicas que operan como monopolios u oligopolios en sus campos: Google, Facebook, Twitter, Instagram, Spotify, Amazon, Uber, Airbnb. Son empresas que ejercen una hegemonía cultural, dominando y controlando las ideas y suposiciones que circulan por el público y los consumidores.

Las start ups que se concentran en Silicon Valley, donde se encuentra el capital de riesgo, canjean dinero por ideas que cambian el mundo de modo que los inversionistas más ricos compren influencia política, se comporten como monopolios y eviten regulaciones. A la par, gastan bastante para verse bien y hablar de equidad y comunidad.

Es más, estas empresas nos hacen avizorar un futuro a su gusto y luego nos dan la hoja de ruta para guiarnos a través de él. Así tendremos escuelas llenas de iPads (Apple), auriculares VR (el Oculus-Facebook) y clases de codificación (administradas por Google). Los gobiernos proponen ciudades y gobiernos inteligentes, y buscan soluciones en Google para resolver problemas de salud, mientras Facebook decide qué es la libertad de expresión.

La educación democrática debe hacernos conscientes de todo esto. 

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