En el entendido general, hay matices que determinan que -coyunturalmente- las relaciones de Perú con Bolivia, Venezuela y Chile no son del todo normales, por decir lo menos.

Con el país altiplánico, amén de la conocida simpatía entre Ollanta Humala y Evo Morales, ronda la sospecha de que hay un patrocinio soterrado, auspiciado desde Lima, para que Martín Belaunde Lossio, el principal investigado por el caso “La Centralita”, quede libre de polvo y paja. La cereza de todo el aletargado proceso la acaba de poner la Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia de La Paz, al declarar fundado un alegato de la defensa de MBL, y ahora este vuelve a estar protegido por la justicia boliviana, aunque el soporífero procurador Joel Segura trate de contarnos otro cuento.

Con Venezuela, la crítica también abunda. Y es que hay un mutismo -que para muchos es cómplice- del gobierno de Humala frente a la represión que vive la nación llanera a manos del autoritario Nicolás Maduro, posición que fue refrendada esta semana al negarse a recibir en Palacio a Lilian Tintori, esposa del líder opositor Leopoldo López, y a Mitzy Capriles, esposa del actual alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. El propio Mario Vargas Llosa, uno de los llamados “garantes”, criticó a la pareja presidencial por este evidente desplante a las visitantes.

Y Chile ya nos tiene hasta la coronilla, como reza el dicho popular. La disculpa exigida tras el “espionaje militar” no aparece y las relaciones bilaterales tienen un hielo encima. Así estamos.