Es cierto que la política tiene su camino y su espacio propio independiente de la economía, la filosofía, y otras ciencias. Para citar un ejemplo de nuestra historia, en el libro del expresidente Alan García Pérez, Pizarro el Rey de la Baraja, nos deja una reflexión inicial. Fueron únicamente las disputas internas entre los líderes del imperio, el temor a los caballos, a la pólvora y a las armaduras de los españoles lo que doblegaron la voluntad de miles de nativos del nuevo continente o, entre otros factores, fue la capacidad política de Pizarro para conquistar el gran imperio de los Incas y formar una nueva estructura social y de poder.
La acción política se desarrolla dentro de un sistema estructurado para viabilizar objetivos, como por ejemplo de cómo llegar, cómo obtener recursos, cómo actuar y cómo mantener el poder. Así Carl Von Clausewitz señalaba “la táctica usa el movimiento militar en las batallas, pero la estrategia usa las batallas para la guerra integral, y el fin de esta no es la mera eliminación del adversario sino el forzar al enemigo a cumplir la voluntad del estratega”.
La acción política no puede ser fruto de la improvisación, es parte de una estrategia que se orienta a objetivos puntuales, que incluyen decisiones, tensiones, contingencias, alianzas, voluntad, perseverancia, etc. Cuántos de los actores políticos actuales y aquellos que tienen aspiraciones para las elecciones tienen táctica y estrategia.
Las continuas crisis políticas que vive nuestro país, muestran una estrategia que se implementa con tácticas para minar el sistema democrático, solo para mantener sus espacios de poder. Son sectores que no ganan elecciones, pero tiene el poder.
Actualmente el Congreso de la República, está secuestrado por los denominados “mochasueldos” y otros congresistas denunciados lo que impide realizar rigurosamente su labor de control político. Para el Ejecutivo que está contra las cuerdas por el escándalo de los relojes Rolex, cuál es su táctica para afrontar estas situaciones. Cuál es la estrategia de los partidos democráticos frente a las elecciones del 2026. Me temo que ninguna. ¡Rescatemos la política!