Nuevamente en discusión el retorno a la bicameralidad y ojalá esta vez sea la definitiva para subsanar el error inducido que la descartó por el referéndum que malamente impulsó Martín Vizcarra. Felizmente hay mayor conciencia de su necesidad y por tanto más posibilidades de éxito. Los mejores constitucionalistas están de acuerdo con esta recuperación institucional vital para la democracia y el estado de derecho. Pocos dudan de que necesitamos la segunda cámara para la mayor reflexión y estudio de la producción legislativa, con un debate más amplio, plural e idóneo ahora debilitado por las exigencias del tiempo y las excesivas demandas sociales. En un momento en que el Ejecutivo se ha convertido en un lastre por ineficiencia y corrupción, cuando la espada de Damocles de una investigación fiscal -que deberá dar frutos por los indicios de reveladores audios- pende sobre el gobierno de Pedro Castillo, no se necesita ser brujo para augurar como terminará. Por tanto, hay más responsabilidad en el Parlamento, carga con el peso de la defensa de la democracia representativa y deberá batirse con una sola Cámara. Que mejor que lograr el apoyo de un Senado que, con base en la experiencia y en la idoneidad, permita un mayor equilibrio y una mejor respuesta legislativa. Este es el sentido del retorno a la bicameralidad, optimizar las iniciativas legislativas con mayor y mejor reflexión. Este interés político y democrático está por encima de las objeciones sobre el costo económico que se justifica por los mayores beneficios y ventajas democráticas. Necesitamos un Parlamento efectivo, eficiente y reconocido. Que la experiencia y el conocimiento se impongan. Y que se pueda elegir a los mejores. Para ello corresponde también eliminar la no reelección parlamentaria que Vizcarra impuso en contra de la calidad del Legislativo. No olvidarlo.
Retorna la bicameralidad por María del Pilar Tello (OPINIÓN)
Columna de opinión