Investigando la corrupción en Áncash, la exprocuradora Yeni Vilcatoma solicitó información a Odebrecht acerca de un importante funcionario que trabajó tanto en el gobierno regional como en la multinacional brasileña.

Sorpresivamente, fue llamada por el ministro de Justicia, quien blandiendo como un mazo sobre la cabeza de la exprocuradora la solicitud de información, exigió explicaciones y tronó: “¿Sabes quién es Odebrecht ? “Pone y saca presidentes”, “Es dueño de Latinoamérica”, “No despiertes a los leones”. Lo único que le faltó exclamar es ¡cómo te atreves a pedirle información a esta nueva deidad latinoamericana!

Evidentemente, existe una relación más que privilegiada con la gran empresa, hasta el punto de recibir directamente hasta sus más elementales quejas sobre la actuación de funcionarios públicos de justicia; obviamente, con el objetivo de detener o neutralizar cualquier cuestionamiento de gentes que tienen la osadía de cumplir sus obligaciones combatiendo la corrupción. Es claro que la propia empresa es la que pone en manos del ministro el documento.

Lo que debe preocuparnos en extremo es el comportamiento del ministro. No es el solo hecho de aceptar dócilmente la entrega irregular del documento, sino la actitud reverencial y obsecuente frente a Odebrecht, a la que sirve de instrumento de atemorizamiento de funcionarios de justicia. El ministro se convierte en vehículo de transmisión de la gran empresa y protector de sus intereses, y se toma la libertad de llamar la atención a funcionarios que realizan esforzadamente su trabajo.

Nuestras afirmaciones no son gratuitas. Lamentablemente han sido graficadas con toda crudeza en conductas que debieran avergonzarnos.

El ministro, frente a la labor investigadora de Yeni Vilcatoma y la presencia poderosa de la sombra de Odebrecht, a la que ella pide información legítima y legal, explota entre el reverencial y asustado “¿Sabes quién es Odebrecht?”, añadiendo temeroso y amenazante: “No despiertes a los leones”. En suma, esta gran empresa es intocable, “es dueña de Latinoamérica”, “Pone y saca presidentes”. Pobres de nosotros. Solo nos tocaría, con el dolor de nuestros corazones, darle todas las posibilidades, evitarle cualquier dificultad, dejar pasar cualquier desaguisado o ilegalidad; es decir, rendir pleitesía y agradecer su generosa presencia en el Perú.