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Un paro de protesta es autolesionarse para que te escuchen y atiendan, de manera que si no fue exitoso -dentro de lo relativo del término- no es para lamentarse mucho. Hacerse daño para obtener un bien es una práctica en la que los piuranos no somos muy duchos. ¿Qué ocurrió ayer, día anunciado para esta protesta contra la mal llevada reconstrucción? Valió la pena y las intenciones, aunque hayamos tenido que ver a los figuretis de siempre. ¿Y ahora qué vamos a hacer? Dejemos tranquilo al de los “perros que ladran” para no lastimar aún más la reputación presidencial. Entendámonos con la de “a los ingenieros se les contrata”, que para eso está la PCM. ¿Qué le vamos a pedir? Que detenga la descolmatación del río, que se adopte el plan integral sobre el río propuesto por la Mesa Técnica, y que nos libre de los responsables de este entuerto, a saber, nuestro paisano ministro de Agricultura (y su socio hermano en la Prefectura) y los funcionarios jefes locales de Minagri, Agrorural y otros “sí, señor” involucrados en estos negocios. ¿Con quiénes vendrá el Ejecutivo a negociar estos puntos para suspender el paro y olvidarnos de medidas de fuerza? Pues con el gobernador regional, con el alcalde de Piura, el de Sullana, Talara y de otras provincias comprendidas en la reconstrucción. ¿Ellos son los que organizan y convocan al paro? No. ¿Ellos han defendido la posición de la Mesa Técnica ante el Ejecutivo? No. Y ahora qué hacemos, los elegidos por el voto popular los tenemos del lado de los nombrados a dedo, lo que ya nos va dando una pista de por qué se ha permitido llegar a estos extremos. Porque quienes, desde un comienzo debieron decirle, fuerte y firmemente al Gobierno: “Esto no va”, no lo hicieron. Hay que presionarlos y obligarlos a que cumplan su rol, el que la ley les facultad y la elección designa.

Si ahora están entre dos fuegos es porque por la vida no se puede caminar pelándole las muelas a todo el mundo, saltando como putilla de mesa en mesa de una cantina. Defínanse compadres, o están aquí o están allá.