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San Marcos, la universidad más antigua de América (1551), vuelve a hacer noticia esta última semana. Primero, dando a conocer que los dos alumnos que obtuvieron los más altos rendimientos académicos, por cada una de sus 65 Escuelas Profesionales, vienen realizando una pasantía en la Universidad de Harvard, considerada la más prestigiosa del planeta. Eso se llama gestión con prospectiva y con las toneladas de historia que explican nuestro orgullo sanmarquino, me siento extraordinariamente feliz que así sea. En efecto, contamos con un piso y un peso de 468 años de devenir humanístico y científico que debemos seguir manteniendo y cultivando. Pero también llamo la atención a otra noticia: Las recientes protestas de un grupo de estudiantes ante el reinicio de las conversaciones entre la Municipalidad de Lima, la Autoridad Autónoma del Tren Eléctrico y, por supuesto, el Rectorado de San Marcos para dar el gran paso pendiente -van 11 años- de solucionar el problema del intercambio vial y el cerco perimétrico -donde los registros de asaltos y otras fechorías contra transeúntes, y los propios estudiantes, son incontables- que ya parecía enmarcarse como discusión bizantina, hallándose entrampada esencialmente por desconocimiento.

Los sanmarquinos y los visitantes de la Ciudad Universitaria, pero sobre todo la comunidad -San Marcos es del Perú-, nos merecemos una sede con estándares de acceso y urbanidad del más alto nivel -he tenido el privilegio de conocerlas en otros países- y con servicios acordes a la dignidad universitaria donde la seguridad siempre será el argumento estrella. El criterio tripartito está felizmente consensuado y, aunque aún no se ha tomado ninguna decisión, hace muy bien el rector Orestes Cachay, ingeniero y gestor hasta los huesos, en volcar una tarea informativa con los estamentos del claustro donde los estudiantes siempre tienen voz y voto y está muy bien que así sea. El área requerida para concluir la megaobra es de 9500 m2 de los 683,443.04 m2 que comprende el total de la superficie universitaria, sin alterar el grueso ni la naturaleza del campus y, lo más importante, incluyendo en el espacio cedido a una estación subterránea para el metro que llegará por el lado del Estadio Olímpico sanmarquino -capacidad para 70,000 personas-, brindando rápido y seguro acceso y transporte a los estudiantes (45,000). Es su derecho.   

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