Santo Tomás de Aquino, uno de los grandes sabios en la historia de la Iglesia, nació en Italia en 1224. Aunque sin conocerse una fecha exacta, la mayoría de sus biógrafos refiere que podría haber sido el 28 de enero, como hoy, hace 797 años. Canonizado por el Papa Juan XXII, se trata de uno de los dos más célebres pensadores de la cristiandad de la Edad Media -el otro fue San Agustín de Hipona- que marcó el desarrollo de la visión de Dios por gran parte de la historia de la sociedad occidental, dominantemente cristiana. Este famoso fraile, teólogo y filósofo -rigurosamente estudiado en las escuelas de filosofía y teología en el mundo-, que se hizo miembro de la Orden de los Predicadores -vivir la pobreza para llegar a Dios-, a contracorriente de la voluntad de sus padres que pertenecían a la sociedad rica de su época, alcanzó fama por incorporar la razón como uno de los dos presupuestos básicos y totalizadores -el otro era la fe, desarrollada precisamente por San Agustín-, para comprender la existencia de Dios. Lejos de lo que muchos creían que fe y razón eran incompatibles a la hora de determinar explicaciones sobre la referida realidad divina, Santo Tomás las conjugó volviéndolas  conceptos perfectamente amigables que con sutil armonía consiguió más bien convencer a sus coetáneos de que Dios era una realidad concreta. Así, pues, nunca cuestionó que Dios sea racionalmente creíble; al contrario, más bien se valió de las tesis aristotélicas para sostener con convicción de que el Todopoderoso era una realidad que supera la materia y que para entenderla en toda su dimensión, el intelecto -expresión diferenciadora del ser humano respecto de otros seres de la naturaleza- era el perfecto motor para conseguirlo. Cuando apareció el materialismo histórico y dialéctico -del que muchos reniegan sin conocer- luego capitalizado por el marxismo y los comunistas, a sus defensores que excitaban el ateísmo en el siglo XX, la figura de este teólogo dominico, les fue muy incómoda. Es la verdad. Su fama y mayor legado fue sostener que el camino para conocer y vivir a Dios no  era únicamente la fe, sino también la razón. Por eso, muerto en 1274, es considerado Padre de la Iglesia Católica.

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