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El escandaloso asunto del exasesor Carlos Moreno ya está en la Fiscalía, a cargo de la doctora Janis Sánchez Porturas. Debe ser ella quien, con la ley en la mano, lo acuse con las penas más severas; pudiendo llevar el proceso con este reptil en la cárcel. El Presidente lo debe exigir así públicamente, de paso que corrige, en parte, el disparate de haberlo llevado a Palacio como su asesor en temas de salud.

Varias lecciones ya se han dicho, pero una de cajón es que Palacio no puede tener tantos asesores, que hasta contradigan a los ministros. Se pierde tiempo y hasta te pueden salir chuecos, como lo ha sido este impresentable. Según el Decano del Colegio Médico, este es el caso más grave que se haya sabido de un médico en la historia de la medicina peruana.

El gobierno se ha pasado una semana entera esquivando las esquirlas del “negociazo” de Moreno. Reflejos rápidos para sacarlo, pero si sabían lo que se venía no debieron agradecerle públicamente por sus servicios. ¿Agradecerle por ponerse contento que los aparatos no funcionen en el Loayza, para así explotar su mina de oro a costa de los más pobres? Encima al acusar de “chuponeo” a Palacio, Moreno lanzó una tonelada de estiércol al gobierno que lo cobijó.

Fuentes del Ejecutivo sostienen que Moreno sería solo uno de varios personajes colocados por un congresista de apellido colorido. Uno que es la niña de los ojos del Presidente. Asesores y funcionarios designados con objetivos ajenos a las revoluciones que PPK soñó en su discurso inaugural. El Presidente debe poner en práctica ya su slogan de campaña: se acabó el recreo, PPK.

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