Un nuevo problema acecha al Gobierno. Nos referimos a la gran cantidad de peruanos que pugna por regresar a sus regiones. El caso de los que marchaban caminando desde Lima a Junín y Huancavelica parece el inicio de un peregrinaje de pobladores de todo el país hacia sus provincias de origen. Más de un mes sin ingresos, bonos ni canastas de alimentos hace insostenible su estancia en los lugares en los que estaban forjándose un porvenir o simplemente estaban de paso. Es evidente que el principal móvil para regresar a sus tierras es el económico. Es hoy por hoy urgente trasladarse a sus distritos y de esa manera afectar lo menos posible su ya alicaído presupuesto.

El problema es la respuesta sanitaria de las regiones. En muchos sitios la capacidad de salud es deficiente. Ya el gobernador de Huancavelica, Maciste Díaz, decía que el gran número de personas que llegó a su departamento desde Lima ha rebasado la capacidad operativa del gobierno regional. Esto es peligroso si no hay un adecuado plan para vigilar el estado de salud de los que vuelven a sus ciudades.

Sin lugar a dudas, este desborde de la gente pone en evidencia que el Gobierno no ha previsto todas las consecuencias de su lucha contra el coronavirus. Hay que tomar rápidamente medidas en las que se debe priorizar el bienestar de los que se desplazan a sus regiones.