El presidente Pedro Castillo se ha burlado de los peruanos al cerrarles las puertas de Palacio de Gobierno a los miembros de la Comisión de Fiscalización del Congreso que acudieron a interrogarlo sobre su participación en la presunta mafia que se había formado desde el inicio de la administración del lápiz para saquear al Estado a través de licitaciones truchas en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, cuando era encabezado por el prófugo Juan Silva, amigo de la infancia del mandatario.

Era evidente que el jefe de Estado no iba a dar la cara por más que recorrió calles y plazas del país, sorprendiendo a los “inocentes” y tontos útiles con el cuento de que “yo no me corro” y “daré la cara a la justicia para esclarecer estos hechos”. A la hora de la verdad, como el Poder Judicial dio luz verde al trabajo de la Comisión de Fiscalización del Congreso para que siga haciendo su trabajo que incluye un interrogatorio al mandatario, el profesor optó por huir despavorido.

Sí, ayer el jefe del Estado, el supuesto líder de los peruanos, el que quería enfrenarse a todos con su chicote de rondero para hacer una “revolución” en nombre del “pueblo”, cerró las puertas a los miembros de la comisión parlamentaria, agarró un avión y se fue a Huancavelica, una de las regiones más pobres del Perú, quizá para recibir un baño de pueblo apelando a la demagogia y no quedar tan mal luego de haberse corrido de una investigación que sin duda debe preocuparle mucho.

La única posibilidad frente a este hecho ocurrido ayer, es que el jefe del Estado está tan comprometido en los actos de corrupción que en forma paralela le atribuye el Ministerio Público, que se siente arrinconado y sabe que jamás podrá salir airoso de un interrogatorio de parte de congresistas que antes han tomado declaraciones a toda la manga de impresentables con los que el profesor Castillo habría integrado la red delictiva enquistada en el MTC.

Ante todo esto, sería bueno saber qué dicen desde la izquierda en todas sus variantes, que sigue apoyando a un mandatario que en forma vergonzosa se ha ido corriendo de un interrogatorio por un caso que sin duda podría llevarlo a la destitución y eventualmente a la cárcel. Una persona que sabe que es inocente y no tiene nada que temer, da la cara y trata de limpiar su nombre, al tiempo que cierra la boca a sus acusadores. Sin embargo, con lo ocurrido ayer, solo les está dando la razón.