La ciudadanía debería reaccionar preocupada, indignada y hasta asustada frente a la “estrategia” del ministro del Interior para combatir la delincuencia. No solo no augura éxito, sino que significa un riesgo colectivo y personal que no podemos aceptar.

Nos referimos a la “solución” encontrada con el grupo denominado “TERNA”, que el ministro ha presentado como la casi mágica final de nuestras tribulaciones en seguridad. No requerimos demasiado argumento para que su fórmula quede como una apuesta riesgosa y fraudulenta. Veamos:

Primera parte: Palabras del ministro:

1.- “Estamos presentando 2000 “TERNAS”.

2.- “Ustedes, señores, integrantes del grupo ‘TERNA’, son elementos de élite que han sido escogidos y formados”.

3.- “Los delincuentes acá en Lima tiemblan ante la palabra ‘TERNA’.

4.- “Gracias al grupo TERNA se comenzará a revertir los índices de criminalidad y delincuencia”.

5.- Estamos “buscando a los delincuentes, cuidando las zonas difíciles”.

Segunda parte: Palabras de Jorge Flores Goicochea, director general de la Policía Nacional:

1.- “El grupo TERNA son novatos que irán adquiriendo experiencia de los antiguos”.

2.- Los policías TERNA “están destinados a enfrentar la delincuencia común (robo de celulares, carteras y venta de drogas)”.

3.- Los 2000 jóvenes que Urresti arroja a la calle “solo estudiaron la mitad de su carrera”.

Lo dicho: la estrategia del ministro es un peligro no solo para la delincuencia sino para la población, las propias Fuerzas Policiales y los jóvenes de TERNA:

1.- Dos mil jóvenes inexpertos no garantizan el nivel que exige la lucha contra la criminalidad, que hace gala de ferocidad, organización, medios, armas e inteligencia.

2.- Se arriesga abusivamente la vida de los muchachos, llamados ilusamente de “élite”.

3.- Se agrava el sentimiento de desconfianza de la labor policial y su eficacia.

4.- Crece la tendencia a tomar las justicia por propia mano.