El largo silencio presidencial habla de varias cosas. La primera es que en la práctica, el presidente está enfocado en su defensa. Y es que en tan solo tres meses, el Ministerio Público puso más reflectores sobre su gestión debido a las declaraciones de Karelim López y luego de Zamir Villaverde, que los audios de Willax dejan más claro el tipo de rol que había entre Villaverde, Bruno Pacheco y el exministro Juan Silva, siendo una evidencia que corroboraría el testimonio de López.

Por otro lado está el plagio en la tesis de maestría de la pareja presidencial, que también contribuyó a alargar el silencio; no hay forma de defender lo indefendible —como lo intentó César Acuña y salió “trasquilado”—. Ante ello mejor es callar, pero la apertura de la investigación a Lilia Paredes por el presunto delito de negativa a colaborar con la administración de justicia, es un golpe fuerte para el presidente. La vulnerabilidad de los seres queridos es el talón de Aquiles de las figuras públicas. La forma en que Ollanta Humala se inculpó para evitarle más problemas a Nadine Heredia, es muestra de ello.

Pero también el tapón que diseñó el Gobierno para evitar la vacancia —cosechando los 44 votos en el Congreso—, está en peligro con la investigación que avanza sobre los seis ‘niños’ de Acción Popular, cuyo impedimento de salida del país fue solicitado por el Ministerio Público. Junto a esto, la recomposición del gabinete que dejó molesto a Vladimir Cerrón, abre otro nuevo frente en las toldas oficialistas. Definitivamente nadie quisiera estar hoy en el sombrero del presidente.