El presidente Pedro Castillo ni debería quejarse por la censura a su quinto ministro del Interior, Dimitri Senmache, pues este cayó, entre otras razones, por no dar con el paradero no de un asesino, secuestrador o miembro de alguna banda de pistoleros de amplio prontuario como las que cada cierto tiempo presenta la Policía en su sede de la avenida España, sino por la evasión del exministro del Transportes y Comunicaciones, Juan Silva, quien fuera llevado a ese alto cargo en el Estado nada menos que por el mandatario.

Senmache ha sido enviado a su casa con 78 votos a favor, 29 en contra y 8 abstenciones por no acabar con la condición de prófugo del exministro favorito del presidente Castillo, a quien nombró y mantuvo a lo largo de cuatro gabinetes a pesar de que se sabía que no reunía las condiciones mínimas para el cargo. Ya luego hemos venido a conocer a través del trabajo del Ministerio Público, las razones de su supervivencia. Negocios son negocios, pues.

Así que el único responsable de lo sucedido es el profesor Castillo, al que no le conviene que Silva caiga y hable ante el Ministerio Público. Por eso, sería de pésimo gusto y hasta digno de un meme, que mañana o más tarde el mandatario agarre un micrófono y acuse al Congreso, a la oposición o a los medios de obstruccionistas o de no dejarlo trabajar por andar censurándole ministros. ¿Quién le manda a poner a impresentables en el gabinete?

Una lectura política aparte de lo sucedido ayer en el Congreso, merece que Perú Libre –el partido al que el mandatario dejó de pertenecer hace pocas horas tras la “invitación” a que se vaya hecha por Vladimir Cerrón y compañía– haya votado a favor de la salida de Senmache. Parece que los lápices se han tomado muy en serio su nuevo rol de “oposición” al gobierno del personaje que ellos mismos, para desgracia del país, llevaron a Palacio de Gobierno.

Ahora, con la salida de Senmache, empieza una nueva preocupación. ¿A quién podrá el mandatario como el sexto ministro del Interior de los últimos once meses? ¿Vendrá uno con prontuario por asesinato como Óscar Zea? ¿Un policía en retiro con pésimos antecedentes como Luis Barranzuela? ¿Un adherente al Movadef como varios de los prefectos nombrados por Avelino Guillén? ¿Un agresor de mujeres como Héctor Valer? ¿Un exrecluso como Javier Arce? Ya nada debería sorprender.