El domingo por la noche un dominical reveló que el (hasta entonces) ministro de Salud, Jorge López, habría depositado -a través de funcionarios del MINSA- enromes sumas de dinero a su expareja. Apenas se difundió la noticia, Castillo anunció que López había sido removido del cargo.
Por primera vez, vemos a Castillo reaccionar con rapidez tras graves cuestionamientos a alguno de sus ministros. En el pasado, Castillo ha insistido en ratificar a ministros muy cuestionados. Recordemos al infame Juan Silva, Geiner Alvarado, Hernán Condori… todos ministros que Castillo insistió en mantener en su gabinete a pesar de múltiples denuncias. ¿Qué cambió? Parece evidente que el presidente siente la presión de su creciente desaprobación y busca aliviarla.
No es suficiente, señor Castillo. Esa reacción hubiera sido pertinente varios meses y varios ministros atrás. A estas alturas, no hace ninguna diferencia. ¿De qué sirve remover del cargo a un pésimo ministro si no hay garantías de que nombrará a uno mejor? ¿De qué sirve actuar indignado con un ministro si es que fue usted mismo quien le dio su confianza al nombrarlo? ¿De qué sirve la apariencia de disciplina cuando el Estado ya se infestó de gente que solo quiere desfalcarlo? No sirve de absolutamente nada. A estas alturas, remover a un ministro cuestionado no hace ninguna diferencia. Su gobierno sigue igual de demolido y decadente.
No busque hacernos pensar que algo va a cambiar, porque sabemos que no lo hará mientras usted esté al mando.