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Es comprensible que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) haya promovido la firma del llamado Pacto Ético Electoral con miras a los comicios del 7 de octubre próximo. Así, hemos visto el lunes último a la mayoría de los postulantes a la alcaldía de Lima suscribir un acuerdo para evitar los ataques entre los candidatos, prevenir actos de corrupción, desterrar el financiamiento ilegal de sus campañas, proteger los espacios públicos y frenar la discriminación, entre otros puntos.

Suena bien. En teoría está perfecto que los aspirantes a un cargo tan importante como el de burgomaestre de la capital del Perú acojan esta iniciativa. Sin embargo, en lo personal dudo que sirva de mucho, pues desde hace varios años existen estos pactos y jamás han evitado el golpe bajo, el uso de “plata negra” en campañas y la proliferación de candidatos que hoy tienen mucho que explicar en el Ministerio Público, si es que no están presos o prófugos.

Un comentario aparte merece la risible abstención de los candidatos Juan Carlos Zurek y Daniel Urresti a firmar el pacto. Irónico que el primero de ellos sea famoso por haberse plegado el año pasado a ilegales movilizaciones callejeras contra el peaje de Puente Piedra siendo alcalde de La Molina, todo esto con evidentes fines proselitistas, y que el segundo esté procesado por el asesinato de un periodista, además de ser el representante del partido del cuestionado José Luna.

Mi escepticismo sobre estos pomposos acuerdos viene de que siempre hubo pactos e igual tenemos a todos los expresidentes de los últimos 28 años en calidad de sentenciados, prófugos o investigados por actuar al margen de la ley. Igual pasa con alcaldes delincuentes como los que hemos visto caer en el último año, y con congresistas como ese elegido por Alianza Para el Progreso, Benicio Ríos, quien hasta ayer cobraba su sueldo pese a estar corrido y con orden de captura.

Sin duda, la mejor forma de elegir a autoridades con altas posibilidades de no defraudarnos es informándonos bien sobre los antecedentes de los candidatos y de las agrupaciones políticas que los reclutan. Recordemos que los pactos con promesas de buen comportamiento se firman sobre un papel, y el papel lo aguanta todo. La información es vital para los electores, y en tiempos de acceso a miles de datos no hay pretexto para ir a sufragar sin conocer por quién lo vamos a