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Llegará el domingo y la anulación del indulto a Alberto Fujimori seguirá rondando la cabeza de los ciudadanos. Nunca hubo menos entusiasmo por ir a votar el domingo que durante estos días. En provincia pasa lo mismo. Hay muchos temas en la mente del elector, como las reformas constitucionales, Lava Jato, CNMaudios, entre otras perlas. ¿Acaso no es momento de hablar del voto voluntario?

Lamentablemente, las elecciones pasaron a un segundo plano, lo que perjudica en el resultado final. Digo esto porque, quieran o no, el desinterés del ciudadano termina por emitir un voto con desgano, con revanchismo o con pena. ¿Quiénes ganan con este desdén mental? Tal vez, los candidatos que están menos preparados.

Por eso, una de las reformas electorales debiese incluir la anulación de la obligatoriedad de votar. Es una arbitrariedad que gente sin ningún interés en quiénes serán las próximas autoridades terminen, a veces, por inclinar la votación a favor de cualquier esperpento que le llene los ojos o la barriga.

Al elector que no le interesa quién gane las elecciones no le pueden obligar a tomarse en serio un domingo y decidir su futuro y del resto de personas. He escuchado a varios ciudadanos quejarse de los políticos, a quienes acusan de robar o de no hacer nada, pero que igual deben escoger a uno. ¿No es actuar de mala fe?

Creo que una mejor elección, más equitativa y honorable, sería escoger a nuestras autoridades entre quienes sí nos interesa el futuro de nuestra ciudad, región o país. Darle un voto a quienes les importa un pepino quién gane terminará perjudicando a este grupo minúsculo. ¿Por qué no llevar este tema al Congreso?

Preocupa que pese más el interés político por seguir teniendo votantes borreguitos en vez de electores pensantes. Es momento de darle otro giro a nuestro antiguo sistema electoral, claro, si es que en realidad nos interesa el país o mantener este estatus desigual.