Si Piura fuera Atenas, sus maestros por excelencia serían Aristóteles, Sócrates y Platón. ¿Y adónde iríamos a buscarlos? Pues a alguna de sus universidades. Ellos ya sabían que, en teoría, la mejor forma de gobierno era aquella en que los filósofos (sabios) eran gobernantes, o los gobernantes se hacían filósofos (sabios, repito).Estas cosas brotaron de mis recuerdos, involuntariamente, cuando leía ayer el titular de una nota en Correo de Piura, página 6: “Sicarios intentarían matar a candidato a rector de la UNP”. Y si le doy credibilidad a lo que podría ser una exageración de candidato buscando votos victimizándose, es porque, en circunstancias en que Correo investigaba la corrupción en la UNP, ya le enviaron matones a su casa. Cuatro principales directivos de nuestra empresa periodística fueron a Piura a respaldar al editor. Los sicarios fueron capturados, pero fiscales y jueces enterraron el caso, porque si en Piura aparecieran unos José Domingo Pérez o Rafael Vela, tendríamos que importar gente para repoblarnos. Demasiados doctorados honoris causa, maestrías y títulos les han regalado en un pueblo demasiado chico donde todo el mundo le debe favores al resto. Algunos creen que esto no va a cambiar. Pienso que sí porque confío en el espíritu de cambio y de justicia de la juventud. Más bien desconfío de los viejos, de los que ya ladran (-mos, me incluyo para no ofender a nadie) echados. Si la Universidad resume la crema y nata de una sociedad, la sabiduría es la que mejor modelo de gobierno debe mostrar. Es la llamada a enseñarle a la política cómo se gobierna una ciudad. La elección es democrática, es la voluntad de sus estamentos; en consecuencia, será válido aquello de que la UNP tendrá los gobernantes que se merecen. ¿Será lo que se merece Piura? Esa es otra pregunta y otra respuesta.

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