El silencio de la presidenta Dina es alarmante. También lo es el mutis del Congreso. Las últimas revelaciones que vinculan a la mandataria con hechos irregulares no han tenido alguna explicación de la mandataria ni una reacción de los parlamentarios, muy activos e eufóricos cuando los involucrados en presuntos casos de corrupción son otros.
Más que discreción y prudencia parece un mecanismo de defensa para ocultar algo. Igual, este mutismo genera mucho ruido. Esto tiene como correlato la incertidumbre e inestabilidad. Solo se han escuchado las argumentaciones imposibles del premier y las respuestas de dos ministras que se dedican a victimizar a Dina Boluarte al decir que la atacan porque es mujer. Increíble.
Los casos relacionados con los Rolex y los 1.1 millones de soles en las cuentas de la presidenta, de origen aparentemente desconocido, se ven agravados por la revelación de que el automóvil de la mandataria fue visto en un grifo cercano al condominio de playa donde se llevó a cabo un operativo para capturar a Vladimir Cerrón. Este detalle alimenta la creciente sospecha de que el prófugo cuenta con protección de los más altos niveles del poder.
Es imperativo que tanto la presidenta como el Congreso brinden explicaciones claras y transparentes sobre estas preocupantes revelaciones. La confianza en las instituciones democráticas está en juego, y solo una respuesta franca y decidida puede comenzar a restaurarla.