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A los peruanos les faltan palabras para calificar los recientes escándalos relacionados con la contaminación de enlatados de conservas de caballa importadas de China. Una vez más, queda al descubierto que los controles para asegurar la calidad de los alimentos que se consumen son deficientes y que no existe rigurosidad para su ingreso al país; lo contrario ocurre con nuestros productos que exportamos a otros países, donde deben cumplir infinidad de exigencias para obtener la certificación respectiva e incluso les impiden ingresar a esos mercados por detalles que aquí no se consideran.Estas deficiencias en los controles de calidad se demostraron el viernes último en la Comisión de Defensa del Consumidor y la Comisión de Producción del Congreso de la República, cuando representantes del Instituto Nacional de Calidad (Inacal) y del Organismo Nacional de Sanidad Pesquera (Sanipes), así como de la empresa Certificaciones del Perú (Cerpes), se acusaron mutuamente de incumplir sus responsabilidades para velar por la seguridad alimenticia de la población. Por su parte, los consumidores viven momentos de temor al comprar y consumir estos necesarios productos, considerados en la canasta básica.Mientras este escándalo -mejor dicho, atentado- avanza y alcanza a nuevos exportadores, el ministro de la Producción, Pedro Olaechea, tras informar sobre las sanciones drásticas para los responsables de autorizar estas exportaciones contaminadas, anunció cambios en el control de los alimentos. Que las medidas sean inmediatas, pues está en juego la seguridad de la población.