Cuando hablamos de elecciones en el Perú -y estas elecciones regionales y municipales en particular- es simplista decir que es culpa del elector escoger a malas autoridades. Claro que esto tiene algo de cierto, pues los electores no siempre nos tomamos el tiempo para informarnos debidamente respecto de las propuestas y trasfondos de los candidatos. Sin embargo, el debate de candidatos a la Alcaldía de Lima del último domingo ejemplifica claramente que este no es el único problema. La oferta electoral es nefasta. En el debate se evidenció que la mayoría de los candidatos están o, 1) muy desinformados respecto de las competencias y capacidades reales de la municipalidad de Lima, o 2) optando por desinformar al elector con propuestas populistas que nunca podrán ser cumplidas. Me inclino por la segunda opción.
Quizás a muchos la idea de tener que escoger el ‘menos malo’ nos repele. Sin embargo, es en estas situaciones -en las que todos los candidatos parecen ser malas opciones- en las que deberíamos estar aun más preocupados por el proceso electoral. Porque el desinterés y la apatía que genera el disgusto con los candidatos (y por lo tanto con el proceso en sí) es más peligroso que cualquier otra cosa.
Hay cosas que urgentemente necesitan cambiar dentro del sistema político, empezando por los filtros que implementan los partidos políticos para decidir quién puede o no ser candidato. Entre tanto, sigue siendo nuestra responsabilidad escoger. Así la oferta electoral no satisfaga nuestras expectativas, informarnos es importante.