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Un polémico comentario del músico Pedro Suárez-Vértiz, relacionado a lo que él considera el mercado laboral al que se enfrenta un cantante que se dedica a la interpretación de la música criolla, provocó la indignación y muy duras críticas de la gran mayoría de intérpretes que cultivan el género. El aún popular rockero le aconsejó a un participante del programa Los cuatro finalistas de Latina lo siguiente: “Pedro (Crisanto), muy buena presentación. Como siempre. Tienes un nivel profesional en música criolla. Pero es mi deber advertirte que si no varías, solo tendrás chamba en Fiestas Patrias”, manifestó muy suelto de huesos el jurado del reality de corte musical. Suárez-Vértiz dio una opinión; por más desafortunada, equivocada, desatinada e irrespetuosa que sea, o nos parezca, es eso, su opinión, lo que él cree sobre el poco mercado que existe para nuestro acervo criollo, y deberá rectificarla, aclararla o reafirmarla ante el cargamontón generado. Pero opiniones como la suya sobre la vigencia de la música criolla, su futuro, su aparente crisis, hay y son miles, que se escuchan y se exponen no solo en un sintonizado programa de televisión . Y seguiremos escuchándolas, por eso es importante no detenernos en lo anecdótico y empezar a partir de ello a preguntarnos si realmente nuestra música criolla costeña, en la que también se incluye la afroperuana, vive su mejor momento. Dejando de lado a las consagradas y consagrados que por mérito propio se han ganado un lugar y tienen trabajo habitual, pongámonos la mano en el pecho: ¿jóvenes que recién empiezan tienen escenarios para dejarse escuchar? ¿Hay un mercado que va creciendo respecto al género? ¿Se ha renovado el repertorio o se siguen cantando los mismos temas? ¿Hay empresarios que apuesten por conciertos masivos de música criolla como sí los hay en el género andino o de la cumbia? ¿Hay figuras de recambio respecto a las voces que tienen 40 o 50 años de carrera? ¿Se difunde a los nuevos compositores? ¿Hay éxitos en el género criollo que se hayan popularizado en los últimos años? Hay aún muchas preguntas por plantearse y muchas respuestas que quedan por responder, pero hay una verdad que no se puede maquillar: no vivimos el mejor de los momentos, a pesar del esfuerzo de muchos músicos e intérpretes que trabajan duro para mantener la tradición. Pero no hay que quedarse en el lamento, en la queja, y tampoco esperar a que llegue el apoyo, que siempre es escaso. Hay muchos cantantes y músicos que se mueven ya en esta industria que lo han comprendido y trabajan duro en la grabación de sus discos, en la difusión de sus propuestas en las nuevas plataformas, en buscar nuevos públicos y en generar emprendimientos para mantener una rentabilidad e ingresos para poder salir adelante. Las comparaciones son odiosas, dicen, pero hay que dar una mirada a lo que sucede en el género de la música andina, que ha salido adelante en los últimos tiempos teniendo los mismos problemas que debe enfrentar el género criollo. Menos cantos lastimeros y más jarana, a trabajar por ello.