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El jueves último, a las 9 y 35 de la noche, un sismo de magnitud 4.5, con epicentro ubicado 83 kilómetros al oeste del Callao, remeció Lima y nos hizo recordar la situación de vulnerabilidad en que nos encontramos frente al gran terremoto que prevén los especialistas, sobre todo si recordamos que un día como hoy, en 1746, un descomunal movimiento sísmico destruyó la capital y casi borró del mapa al Primer Puerto, pues el sacudón generó un maremoto.

La costa central del Perú se encuentra expuesta a un sismo que podría llegar a magnitud 9 y que además generaría un tsunami. El gran problema es que no estamos preparados. Estudios de Defensa Civil y el Instituto Geofísico del Perú (IGP) advierten miles de muertos y grandes dificultades para atender a los heridos y afectados, pues el puerto del Callao quedaría inoperativo, al igual que el aeropuerto Jorge Chávez, que incluso acabaría inundado tras el maremoto.

La única alternativa para recibir aviones con ayuda humanitaria sería la Base Aérea Las Palmas, en Surco, pese a que cada cierto tiempo surgen voces que proponen, irresponsablemente o sumidas en un gran desconocimiento, cerrar ese recinto militar para convertirlo en un parque ecológico o destinar su terreno a la construcción de viviendas. Si eso ocurre, ¿por dónde llegarán los alimentos, medicinas, agua, carpas, frazadas y demás?

En enero del 2010 llegué a Puerto Príncipe como reportero para cubrir las secuelas del descomunal terremoto que devastó la capital haitiana. Uno de los grandes problemas que había para recibir la ayuda internacional era la capacidad limitada del aeropuerto Toussaint Louverture. Muchos aviones tuvieron que ser desviados a la vecina República Dominicana para dejar la carga, que tuvo que ser enviada por vía terrestre, con la demora que eso implicó. No repitamos esa mala experiencia.

Hoy se cumplen 273 años de una tragedia que destruyó Lima y Callao, pero la amenaza sigue latente. El epicentro del sismo del jueves pasado fue localizado frente al Primer Puerto, y eso nos debe hacer ver el peligro que yace bajo nuestros pies. Simulacros, mochilas de emergencia y planes de evacuación son importantes, pero hace falta mucho desde el Estado para estar en capacidad de mitigar los efectos del gran terremoto que se espera.