Entre fines de los años 80 e inicios de los 90, los peruanos nos llenamos de horror ante las escandalosas imágenes captadas dentro del penal Miguel Castro Castro, en las que se veía a internos de Sendero Luminoso vestidos con chompas rojas marchando con pancartas, al tiempo que lanzaban cánticos a favor de su grupo criminal y sus cabecillas. Todos nos preguntábamos dónde estaba el principio de autoridad dentro del referido reclusorio.

Bueno, han pasado los años y los terroristas ya no tienen que hacer sus marchas y lanzar sus cánticos dentro de un penal. Hoy se dan el lujo de hacerlo en las calles del Centro de Lima, tal como sucedió el lunes último, en que aprovechando el Día del Trabajo el brazo “político” de Sendero salió, con pancartas en mano, a hacer sentir su presencia y a desafiar a todos los peruanos y sus autoridades, que no son capaces de impedir este tipo de afrentas.

Estos senderistas camuflados salieron a exigir la libertad de personajes como Abimael Guzmán, Elena Yparraguirre y hasta del carnicero del Huallaga, Florencio Flores, (a) “Artemio”. Una de las ironías de todo esto es que al lado de esta gente caminaban efectivos de la Policía Nacional. Uno de ellos hasta se dio tiempo para disfrutar de un helado mientras avanzaba con su escudo y su vara junto a los proterroristas, tal como lo muestra una foto publicada ayer en Correo.

Recordemos que en 2014 el gobierno de Ollanta Humala hizo un operativo llamado “Perseo” para sacar de circulación a Manuel Fajardo, Alfredo Crespo y los demás miembros de los grupos de fachada de Sendero, pero a las pocas semanas estaban nuevamente en la calle. Hoy toman el centro de la ciudad con policías al lado y todo sigue igual. Así estamos en el Perú.

Si tenemos una ley que supuestamente sanciona la apología del terrorismo, pero que en la práctica no sirve, tal como afirman los que nada hacen contra esta gente, al extremo que la Policía disfruta de un helado en vez de arrestar a quienes bien presos deberían estar, pues qué espera el Congreso para emitir una norma que permita a las autoridades evitar que defensores de asesinos como Guzmán y “Artemio” se burlen de todos los peruanos en las narices de Palacio de Gobierno.