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Uno de los problemas más difíciles de manejar durante mi gestión ministerial ha sido el de la infraestructura educativa. Sentía y siento que por más intensos que fueran los esfuerzos, no eran suficientes. Y es que el problema no es solamente de presupuesto, que necesariamente hay que afrontar. Existe una crisis que se viene acumulando desde muchas décadas atrás. En el 2014 se hablaba de 64 mil millones de soles para atender cabal y progresivamente el tema. Ahora, con el deterioro de los locales escolares y las consecuencias de los desastres naturales, especialmente del fenómeno El Niño costero, la situación se ha agravado a tal punto que ahora se dice que se requerirían 100 mil millones de soles para cubrir esta apremiante necesidad.

Han habido diversas políticas de infraestructura desde 1950, con las grandes unidades escolares, los locales financiados por el Banco Mundial, los colegios emblemáticos y el mantenimiento preventivo. Pero no han tenido continuidad. En la búsqueda de solucionar el problema, el Estado y el Minedu han ensayado diversos sistemas de gestión técnica y administrativa, como el Instituto de Infraestructura de Educación y Salud (INFES), la Oficina de Infraestructura Educativa (OINFE) y el actual Programa Nacional de Infraestructura Educativa (Pronied). No obstante, la comunidad educativa, los medios de comunicación, la Defensoría, la Contraloría, el Indeci, etc. dan cuenta de las falencias cuando se acerca el comienzo de las clases. A lo cual se agrega el reclamo permanente y justo de gobernadores, alcaldes y congresistas que saturan las agendas de los ministros de Educación.

Este tema merece una evaluación cuanto antes. Tal como están planteadas las cosas, para atender las necesidades de buenos espacios educativos no veo un buen horizonte. Es importante aligerar los procedimientos administrativos, pero hay que hacer urgentemente mucho más.