Cada día que pasa, es un día que pierde el país. Es un día en el que cualquier gobierno, por más incapaz que fuese, podría hacer algo por la pandemia, por la lucha contra la pobreza, por calmar los mercados y bajar el dólar, por aprovechar los altos precios del cobre para potenciar las finanzas públicas y dedicarlas a paliar las necesidades más urgentes. Por eso, una primera oportunidad para desenmascarar al gobierno era negarle el voto de confianza al Gabinete Bellido.

No se sabe a cambio de qué partidos acomodaticios e inconsecuentes como Acción Popular y APP frustraron esta posibilidad, pero ahora tienen otra. La descarada es un argumento contundente para volver a colocar a este triste y patético premier frente al pleno a explicar lo que no puede explicar a través de una interpelación y posterior censura. Es una sanción políticamente justificada.

A no ser que Acción Popular y APP consideren que este agravio descomunal, esta ofensa miserable, esta frase indigna que humilla a la mujer peruana, a todas las hermanas y madres de esos congresistas, sea solo una travesura de un patán de esquina que puede burlarse del pleno, de las mujeres y del país entero como cuando defendió a Edith Lagos y a Sendero Luminoso.

Pero APP y AP han empezado a compartir la vergüenza de blindar a este régimen de prontuariados, de socios de los Quispe Palomino y ahora de viles representantes de la misoginia más indecorosa. No han entendido que el gobierno es una farsa, que es una banda de canallas que se robó el botín de una elección para absoluto provecho propio y que hay un grupo de forajidos dispuesto a levantarse el país.

El cabecilla es Vladimir Cerrón y tiene en Palacio a un botones que le carga las maletas. Por eso, o vacan a los facinerosos o pagarán cara su complicidad. Están advertidos.