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El alucinante e indignante intento de la cabecilla terrorista Elena Yparraguirre (a) “camarada Miriam”, de tener una reunión con el papa Francisco, es apenas una muestra de cómo estos criminales desde hace años vienen tratando de lavarse la cara y engañar a los incautos, al promocionarse como “luchadores sociales” que sufren carcelería pese a que están dispuestos a lograr la “reconciliación nacional” que, claro, implicaría ponerlos en libertad.

Solo en el Perú puede darse una situación así, en que la cabecilla de una organización criminal y además esposa del jefe de esa banda -Abimael Guzmán-, que ha matado incluso a sacerdotes católicos, como bien lo recuerda ayer la revista Caretas, además de haber desangrado a un país donde dejaron miles de muertos, heridos, viudas y huérfanos, es capaz de pedir ser escuchada por el Pontífice que ayer inició su visita al Perú.

Pero si prestamos atención al pedido de la terrorista Yparraguirre, difundido en redes sociales desde hace unas semanas, notaremos que esta mujer pide la “reconciliación nacional” para “pasar a una nueva etapa de servicio a la sociedad peruana”. ¿Cómo? ¿Esta mujer nos quiere decir con esto que la carnicería que desató su banda desde 1980 fue una forma de “servirle” al Perú y que ahora pretenden hacerlo de “otra” manera?

Queda claro que tras 25 años de muy justa prisión, esta delincuente no ha aprendido nada, pues si cree que su “lucha armada” con sus casi 30 mil muertos fue un “servicio” al Perú, es evidente que el lavado de cerebro fue, en su caso, muy eficaz. Por suerte para nuestro país, esta mujer tiene cadena perpetua y nunca más verá la calle, a diferencia de otros criminales suertudos a los que les rebajaron las condenas y hoy andan libres por las calles.

El que la “camarada Miriam” quiera presentarse hoy como “sor Miriam”, debe ponernos en alerta a los peruanos sobre el descaro de esta gente y de su capacidad para hacer cualquier cosa -hasta el ridículo- por venderse como santas palomas que buscan la paz y la reconciliación, pese a que como deja claro esta mujer, insiste en justificar su “servicio” al Perú que significó una carnicería que jamás debe ser olvidada.