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La sucesión de conflictos y enfrentamientos entre poderes e instituciones del Estado convierten el panorama político en un nudo de acusaciones. Luego de que la Fiscalía de Lavado de Activos allanó dos locales de Fuerza Popular, los congresistas de este partido han hecho gala de indignación y hasta mencionaron que era un atentado a la democracia.

Es cierto que a los peruanos no nos faltan temas de actualidad para la discusión encendida y el gesto vehemente, pero lo que ocurre en los últimos días es delicado. Los principales actores políticos no se mueven con inteligencia y están polarizando el Perú. Se enfrascan en peleas y lo único que consiguen es que la gente siga mostrando su malestar, porque las autoridades no ayudan a resolver sus problemas diarios.

“Buscan destruir a Fuerza Popular”, “Parece que PPK juega en pared con Alejandro Toledo”, “Eso es una muestra de amedrentamiento, una represalia”, “Es un ataque a la democracia” fueron algunas de las frases vertidas por congresistas de la bancada mayoritaria para explicar la medida del Ministerio Público, avalada por el Poder Judicial.

Todo hace suponer que los debates y el intercambio de ideas deberán aguardar hasta que se restaure la mesura y la prudencia en el Congreso. Hay muchas exageraciones y fundamentalismos. El problema es que todo termine en odios políticos. A partir de allí, no habrá suspiros de alivio y un grupo u otro solo querrá plasmar su dominio como sea. Ya no habrá la posibilidad de esbozar una oposición siquiera amigable.