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En la política peruana, muchas veces se viven situaciones surrealistas. La lista de estos hechos es extensa: la millonaria coima de Alejandro Toledo, que los terroristas quieran entrar en política, que los “defensores de los derechos humanos” tengan al fusilón “Che” Guevara como máximo ídolo, que Moisés Mamani siga en el Congreso o que Antauro Humala quiera ser presidente. En los últimos días, dos hechos confirman que Macondo está a la vuelta de esquina.

Primero ha sido la salida de la cárcel, por la puerta grande, del sicario chimbotano Rubén Moreno Oliva (a) “Goro”, quien debería estar cumpliendo 25 años de prisión por estar vinculado a dos atentados contra la vida del exconsejero regional de Áncash Ezequiel Nolasco. Hasta ahora nadie se explica cómo un sujeto con tremenda condena y semejante prontuario aprovechó una irregular detención domiciliaria para ganar la calle.

El martes último, el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Vicente Zeballos, admitió que en la escandalosa liberación del mencionado delincuente hay una corresponsabilidad entre el Instituto Nacional Penitenciario (Inpe), el Poder Judicial, el Ministerio Público y la Policía. Lo cierto es que un delincuente de las grandes ligas como “Goro” está en la calle gracias al peloteo, la burocracia, el papeleo y -por qué no pensarlo- la corrupción.

Otra situación alucinante de las últimas horas es la actitud del gobernador regional de Junín, Vladimir Cerrón, quien ya no sabe cómo justificar los efectos de la brutal dictadura venezolana, que ha motivado una migración de casi cuatro millones de personas. Para el caballero no hay pobreza bajo las botas de Nicolás Maduro, porque existe educación y salud gratuitas. Tampoco hay desabastecimiento. ¿En qué realidad vive? ¿Así quiere ser presidente del Perú?

Con un sistema judicial y penitenciario que deja salir delincuentes de alto vuelo en momentos en que la inseguridad y el sicariato es uno de los grandes problemas que agobia al país, y con políticos como Cerrón, que viaja a Venezuela para “aprender” cómo el dictador Maduro maneja ese país sumido en una tremenda crisis, vamos por muy mal camino. Lamentablemente así estamos llegando a nuestro Bicentenario. Hay muchas cosas por cambiar.