Es indudable que el asilo del expresidente Alan García en la embajada de Uruguay es la noticia más relevante de la semana. Con ello se completa la lista de líderes políticos y sobre todo expresidentes con problemas legales y consecuencias que implican el recorte de sus derechos. Esto nos lleva inevitablemente a hacer varias reflexiones sobre estos hechos.
La primera pregunta que deberíamos hacernos es si nuestro sistema de justicia está funcionando bien o mal. La realidad es que por las discrepancias que muestran los juristas más entendidos pareciera que los delitos imputados y los procedimientos legales tienen importantes deficiencias, lo que desde un punto de vista legal nos muestra que la justicia en el Perú dista mucho de serlo. Lo más peligroso es que varias de estas medidas gozan de muchísima popularidad, como por ejemplo la prisión preventiva de la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, agravando aun más la situación, pues de alguna manera la población está avalando la mala gestión del Ministerio Público y del Poder Judicial. Por último, algo que nos debería preocupar es que las acciones y decisiones del Poder Judicial y del Ministerio Público están interfiriendo en la política del país de forma directa. Esta nueva actitud de nuestras instituciones puede tener consecuencias difíciles de predecir, al ser poderes independientes.
Regresemos al expresidente Alan García. Debemos reconocer que las investigaciones realizadas -incluyendo las conclusiones de la megacomisión que desarrolló el Congreso durante el gobierno de Humala- encontraron indicios de corrupción en su gestión que, sin embargo, no prosperaron judicialmente. En algunos casos por razones poco claras, como la anulación de todos los informes de la megacomisión en la primera sala civil de la Corte Suprema, a través del voto dirimente del juez Jesús Soller, quien tenía vínculos con Alan García y el partido aprista. Como hemos podido apreciar, el APRA cierra filas inmediatamente detrás de su líder. Sin embargo, el paso de Jorge Cuba, exviceministro del gobierno aprista implicado en el caso Odebrecht, para convertirse en colaborador eficaz es una muestra clara de fisuras dentro del partido que esperamos que lleven al expresidente García a no poder salir bien librado, como en anteriores ocasiones.