Las fuerzas democráticas del Poder Legislativo, exceptuando a los tránsfugas y “niños” que se han ido a la orilla de Perú Libre y Juntos por el Perú –estos últimos a cambio de un ministerio o una consultoría–, deberían comenzar a discutir quiénes integrarán la próxima mesa directiva del Congreso, asumiendo que quien la presida podría convertirse en el mediano plazo en el jefe de Estado transitorio, encargado de convocar a elecciones una vez que caiga el gobierno de Pedro Castillo.

El régimen de Perú Libre con el profesor Pedro Castillo es insostenible. Las manchas de corrupción personificadas en los fugados Bruno Pacheco y los sobrinísimos que un poco más y nos dicen que jamás fueron los porteros de la casa de Sarratea, parecen estar escribiendo la partida de defunción de este régimen fallido que además de ser famoso por reclutar a corruptos y sinvergüenzas, está plagado de incapaces y ganapanes como los que han dejado sin pasaportes a los ciudadanos.

El haber copado el Estado de amigotes, envarados y buenos para nada como el exdirigente de los posesionarios de un mercado de Huancayo que ha terminado ocupando un cargo técnico como jefatura de la Dirección General de Minería del Ministerio de Energía y Minas, va a hacer que esto estalle más temprano que tarde vía renuncia, vacancia o acusación constitucional, y más aún cuando se comience a afectar más el bolsillo. La gente no se va a quedar tranquila. Ya lo demostró la semana pasada en Lima, Junín e Ica.

Y cuando eso ocurra, los políticos deberían tener un plan. Es muy fácil pedir la salida del profesor y de Dina Boluarte, quien ya había ofrecido irse detrás del mandatario. ¿Pero al día siguiente qué viene? Por lo menos los peruanos merecemos la tranquilidad de saber que quien asuma las riendas del país tras la caída del actual presidente, sea un elemento positivo y capaz de enderezar todo lo que se está haciendo mal, y no uno más de los tantos que habitan en este Congreso.

Si hay políticos responsables en este Parlamento, debería saber que desde ahora tienen la tarea de buscar un titular del Legislativo que sea presidenciable y capaz de conducir una transición democrática y legítima, muy lejos del régimen de izquierda de todas las variantes que tenemos ahora y que en pocos meses nos está llevando por la ruta del retroceso hacia los años 80, en que sacar pasaporte, conseguir un kilo de azúcar o tener un día sin que los precios suban, era un verdadero lujo.