Es inminente la proclamación de Pedro Castillo como nuevo presidente de la República 2021-2026, tras la desestimación del JNE de todos y cada uno de los recursos impugnatorios presentados por Keiko Fujimori, su partido y otras fuerzas políticas que buscaron desconocer los resultados electorales, deslegitimarlos y vacar al ganador.

La transferencia tardía plantea retos al nuevo gobierno. No tendrá una “luna de miel”, pero sí grandes expectativas que afrontar. Lo urgente y lo inmediato se unen: vacunación universal gratuita, recuperación de la economía y del empleo y pronta educación presencial para cortar con la mayor desigualdad por el acceso diferente a la tecnología.

Este gobierno deberá serlo para todos los peruanos, a pesar y por encima de sectores políticos reaccionarios y hasta racistas que se le oponen y continuarán haciéndolo.

Tras años de gobiernos y gobernantes acusados de corrupción, este es el momento de marcar la diferencia en el ejercicio del gobierno. La transparencia de los actos gubernamentales es imprescindible para combatir la corrupción. Se requiere información precisa y constante sobre los objetivos y medios para lograrlos, además de una gestión eficiente, porque de ella dependerá la consecución de los objetivos.

Este gobierno requiere desarrollar sus propuestas y planes acompañado e impulsado por los sectores populares, así como de las organizaciones políticas que desde la práctica democrática y de izquierda, lo acompañen para avanzar en el gobierno y las políticas para los de abajo, que son quienes lo llevaron al poder. Debe estar claro para los que integren el futuro gabinete, plural y con objetivos definidos.

Un gobierno que deslinde con la corrupción es, desde ya, un gobierno revolucionario, señalaba Alfonso Barrantes, sobre todo por la millonaria pérdida de recursos que esta significa, como informa la Contraloría. Es lo que todos esperamos: un gobierno que avance en recuperar la vida digna que todos merecemos.