En junio último, cuando se hizo pública la facilidad con que un cantante de medio pelo como Richard Cisneros o Richard “Swing” lograba contratos en el Ministerio de Cultura a cambio de trabajos innecesario, el presidente Martín Vizcarra salió al frente a decir, con el dedo en alto, que a diferencia de otros gobiernos, en el suyo no cabía el “tarjetazo” ni las “recomendaciones”, sino que solo existía espacio para los mejores profesionales.

Luego hemos sabido que el mandatario no decía la verdad. Para muestra varios botones: los puestos de trabajo dados a los familiares y conocidos del presidente en el Estado, la suerte del exesposo de Mirian Morales y la de los amigos apodados “Los raqueteros del Lawn Tenis”. Ya en medio de la turbulencia de los audios conocidos desde el jueves pasado se ha sabido que la exasistente Karen Roca tenía a su esposo en una dirección en Cofopri.

Todos estos casos que el presidente Vizcarra se ha negado a explicar en la Comisión de Fiscalización del Congreso, sumado al de Cisneros que ha tratado de ser escondido con malas artes en Palacio de Gobierno, han llevado al jefe de Estado a estar hoy contras las cuerdas y con un pedido de vacancia encima, en medio de la pandemia del COVID-19 que sigue cobrando decenas de vidas todos los días.

Mientras tanto ayer, un día después que Roca fue echada del cargo que ocupaba en Palacio de Gobierno por todo lo que ya conocemos, se publicó en El Peruano la resolución que da por concluida la designación de su esposo, con lo que queda claro que el puesto del caballero en Cofopri se debía a la cercanía de su mujer con el generoso mandatario al que ella quería como a “un padre”. Una vez que esto se acabó, adiós empleo en el aparato estatal.

¿Y así el presidente nos hablaba de que con él no caben los “tarjetazos”? El actual jefe de Estado es uno más de los tantos mandatarios que a lo largo de nuestra historia han usado el Estado como si fuera su empresa particular o su chacra, para así beneficiar a los parientes y los amigos. Un cambio de discurso no vendría mal al gobierno de Vizcarra, porque eso de dar empleo a todos los que ya conocemos y luego poner cara de indignación, es de mal gusto y va contra la ley.