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Preocupa que el TC tenga entre sus miembros a un magistrado tan cuestionado como Eloy Espinosa-Saldaña. Pende sobre él una acusación constitucional en el Congreso por haber cambiado, vía interpretación, el voto de otro magistrado, vulnerando el principio constitucional de la cosa juzgada, por lo que se ha solicitado su destitución del cargo.

Además, se le instauró un procedimiento de vacancia ante el pleno del TC por haberse atribuido, falsamente, el grado de doctor, lo que lo incapacita moralmente para el ejercicio de la función. De dicha acusación se salvó gracias a una “súbita” y oportuna enfermedad de su colega Miranda Canales, que le permitió ausentarse de la sesión en que se votó su caso.

Este magistrado goza del “blindaje” mediático que le brinda la prensa “caviar”, y del interesado apoyo de ONGs defensoras de las causas judiciales promovidas por los familiares de terroristas (quienes fueron, precisamente, los que se beneficiaron con el fraudulento cambio de voto). De él depende el resultado de una causa tan emblemática para la justicia peruana como es el HC presentado por el expresidente OH y su esposa NH, en el que no solo está en juego su libertad personal, sino también el derrotero que deberán seguir los jueces ante las futuras medidas de prisión preventiva que solicite el MP.

Lo más cuestionable es que haya pretendido votar la causa, en ausencia (está de vacaciones en el extranjero) y en sobre cerrado que dejó al Tribunal, en clara contravención del Reglamento Normativo, que no prevé votar mediante dicha modalidad. El TC, mediante comunicado, le ha respondido que lo haga cuando se reincorpore a sus labores, o suspenda sus vacaciones y retorne antes, para proceder a votar.

Dado lo controvertido que es el magistrado, y la trascendencia de lo que se decide, el voto de Espinosa-Saldaña nunca se debió dar.