Esta será una de las campañas políticas más sucias que habrá visto en su vida. Y no necesitará usted salir a las calles, porque habrá poco o ningún contacto de los candidatos con los electores. Se ensuciará desde los medios audiovisuales, principalmente, y las redes sociales preponderantemente. Es una pena, pero sí, es que las bondades o maldades de las tecnologías dependen del uso que les damos los usuarios, no de la tecnología en sí que, intrínsecamente, son neutrales. Los que ensuciarán la campaña serán quienes intentan obtener el favor del electorado no gracias a una decisión meditada y reflexiva. Por el contrario, han calculado que les favorece la confusión, polarizar, “agudizar las contradicciones” le llaman algunos, asustar con enemigos diabólicos, etc. Por ejemplo, puedo fomentar el caos social, mantener vivos algunos conflictos, fijar en la opinión pública una sensación de inestabilidad política para presentarme como la opción que tienes, de elegirme, para devolverle al país un gobierno estable, firme. El truco es simple, primero te asusto y luego me acerco para decirte que yo te daré tranquilidad. Cualquiera de los medios de comunicación son vehículos para asustarte. Sin embargo, la penetración de las redes revista especial cuidado. Vigilar los troles, el anonimato con cuentas falsas o publicidad (que no se sabe quién la emite) no cuenta con una legislación que frene el abuso. Es verdad que Twitter censuró mensajes del candidato Trump por maliciosos y falsos, dudo que lo hagan con los que difunden mentiras en la campaña electoral peruana. Qué podemos hacer: comenzaría por depurar mis contactos, aquellos a quienes no conocemos o eliminarlos desde el mismo momento en que nos llegan. No olvidemos que hay robots programados automáticamente, o gente contratada para inundar las redes con post que responden a una estrategia sucia.

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