El título suena a ironía, pero creo que la gente lo entenderá claramente. Primero fue el “Arequipazo”, en donde dejaron sin piso al entonces ministro del Interior que venía haciéndolo bien. La inoperancia del Gobierno de entonces regaló un área rica en minerales en Piura, en Tambo Grande, a los informales, produciendo un daño irrecuperable al usar químicos indiscriminadamente y sin control. Luego vino el cerro Quilish, el “Moqueguazo”, en donde la Policía se arrodilló ante la turba y pidió disculpas, el “Baguazo” con la matanza indiscriminada de numerosos policías y la factura pasada a la ministra del Interior de entonces y a los policías. De allí vino Conga, en donde se gradúan en un doctorado en subversión, teniendo como líderes a Santos, Hernández, al cura Arana y otros facinerosos, así como la extrema izquierda, incluido el Movadef y los etnocaceristas. Después vino Echarate y finalmente Tía María. Una vez aprendida la lección de cómo poner de rodillas al débil Gobierno actual, han ideado una portátil para azuzar a las masas y paralizar carreteras y comercios. Exactamente igual a como lo hiciera Sendero con sus famosos “paros armados”. ¿Los recuerdan?

Sendero Luminoso y el MRTA jamás se resignaron a aceptar que habían perdido la guerra que iniciaron contra el sistema económico del Estado. En el caso de Abimael Guzmán, su objetivo, al más puro estilo camboyano de Pol Pot, era destruir la maquinaria económica del país para, en base a las cenizas de lo que quedara una vez depurada la clase “dominante del pueblo peruano”, construir el país llamado “Nueva democracia”, controlado directamente por la cúpula central de Sendero liderada por el “presidente Gonzalo”.

La actuación de las FF.AA. y la PNP, con la ayuda de los Comités de Autodefensa, frustró este objetivo. Dice en sus escritos Abimael Guzmán que todo plan busca un equilibrio y que al ponerlo en vigencia se produce un desequilibrio. Agrega que luego hay que hacer un nuevo plan. Es la misma fórmula que tradicionalmente conocemos como tesis, antítesis y síntesis. Pero eso no era todo, decía Abimael. Afirmaba que esta generación hará lo que le toca, y que la siguiente tendrá lo suyo. El criterio de los tiempos también era gravitante. No se rige por los tiempos calendarios, sino por los grandes saltos. Es decir, pueden pasar años y de un momento a otro, con un suceso, pueden alcanzar a la historia.

El mal resultado que tuvieron en la guerra subversiva los ha hecho idear otra forma más gramsciana de atacar el sistema económico del país. Ya no con las balas, sino como decía Antonio Gramsci, no enfrentando al sistema sino infiltrándolo, utilizando como combustible la contradicción, elemento indispensable para tener confrontación, más aún si después de pulsear a los últimos gobiernos han logrado mediatizar las reacciones llegando a tener una policía inocua y sin armas, con la injusticia que para sus miembros esto significa, pues se les sacrifica por nada. “Costo social cero” es la consigna y por ella se sanciona a los miembros del orden y a los ministros de turno.

La cantidad de juicios que diariamente se incrementan contra las fuerzas del orden les ha permitido a los subversivos actuar con impunidad, sabiendo que no hay reacción de parte del Gobierno y que ellos son impunes mientras que la Policía sufre el juicio y la deshonra. Si nos ponemos a traducir lo que significa la palabra subversión, veremos que la Real Academia Española la define como el intento de trastocar el orden legal establecido.

Los Estados Unidos, recientemente, en Baltimore, han tenido un episodio de violencia racial. En 24 horas se declaró el estado de emergencia y el toque de queda, metiendo presos a 200 agitadores con la ayuda de la Guardia Nacional. Nosotros tenemos los mismos mecanismos disponibles. ¿Por qué no utilizarlos?

Estamos en esa ruta de la subversión. Ojalá me equivoque, pero pienso que si bien el método ha cambiado, ya no buscan el enfrentamiento directo con la población como antes. Hoy se ha producido la infiltración de esta ante la pasividad y el temor del Gobierno de reprimirlos.

Creo que hay que repensar nuestro futuro, hacerle ver a nuestros hijos y nietos qué es lo que les espera si no reaccionan. No es un tema de unos cuantos. Es vital para que todos los peruanos bien nacidos tengan futuro.