Estos días de Semana Santa son especiales. No solo por la cuarentena de cuatro días dispuesta por el Gobierno para contener el coronavirus, sino también por la cercanía de las elecciones presidenciales y congresales. Por ello, es propicia la oportunidad para el recogimiento del alma, la meditación y fundamentalmente la reflexión. Esto será muy importante para tomar una decisión seria y bien pensada con miras a los comicios del 11 de abril.

Será el momento también para que los candidatos reflexionen y comprendan que estamos en una situación límite. Ya sabemos que la credibilidad de la clase política está por los suelos y que más allá de sus discursos, tiene el gran desafío de cumplir lo que promete para resolver la grave crisis por la que atraviesa el país. Para ello se debe actuar con transparencia y tener una gran capacidad perceptiva para escuchar las demandas de los peruanos y solucionarlas.

Ya es momento de dejar de lado la demagogia y ese afán de arremeter contra los rivales como si fueran enemigos irreconciliables. Seguro, algunos, lo harán para sentirse más limpios, pero lo único que consiguen es fragmentar y dividir más al país.

Lo más importante es saber que no hay victoria más grande que unir al Perú. Por eso, estos tiempos de reflexión deben servir para concretar esta idea.