Vamos entrando a una nueva campaña electoral como miras a elegir al presidente y a los congresistas de los próximos cinco años, y llegamos a ella con los mismos problemas y vicios de procesos anteriores, en que vienen las inscripciones partidarias de último momento, los vientres de alquiler, los cacicazgos, las alianzas pegadas con babas, los resurgimientos de algunos “dinosaurios” de la política y ni qué decir del festival de promesas que ya mencioné en una columna anterior.
A falta de pocos días para las inscripciones para eventuales postulantes presidenciales, vemos a varios personajes a los que jamás les interesó ser parte de partidos políticos o a los que ya militaron en otras agrupaciones, corriendo a sacar su nuevo carnet. El último ha sido el exaprista y exfujimorista Daniel Salaverry, hoy en Somos Perú, pese a las críticas de un sector de esta agrupación formada en los años 90 por el exalcalde de Lima, Alberto Andrade.
El grave problema de la debilidad de las agrupaciones políticas que se presentan a cargos públicos sin cohesión, disciplina y objetivos comunes, y con gente que se conoce apenas dos o tres meses antes de los comicios, es que de salir electas, esas dificultades serán llevadas al manejo del país con los resultados que ya conocemos. Veamos lo sucedido con Peruanos por el Kambio (PPK), o con el Partido Nacionalista que se alió con un sector de la izquierda que luego fue alejada.
La situación que vivimos hoy en la previa a las elecciones es la causante de que un periodo legislativo empiece con seis o siete bancadas, y termine al cabo de cinco años con diez o doce debido a las divisiones que se van dando entre los que fueron elegidos para trabajar de manera cohesionada. También están los que empiezan en el oficialismo o en la oposición, y acaban en el bando opuesto. La actual ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Patricia Donayre, puede dar fe de eso.
Lamentablemente las reformas ofrecidas en 2018 no muestran resultados en el fortalecimiento de las agrupaciones políticas con miras al proceso que se viene, que es crucial en medio de la pandemia y las dificultades que hay que superar. Se estableció una militancia mínima de los aspirantes presidenciales de casi medio año, pero por la improvisación de las inscripciones y las alianzas vistas en los últimos días, queda claro que seguimos en lo mismo.