La justicia tarda, pero llega. Va en ese sentido el arresto preliminar de Alejandro Toledo, quien huyó del país sintiéndose acorralado tras las delaciones del caso “Lava Jato”, en las cuales los representantes de Odebrecht revelaron las coimas entregadas al expresidente a cambio de obras públicas.
Según informó ayer el Ministerio Público, “el exmandatario se encuentra en su primera comparecencia ante las autoridades judiciales norteamericanas, como parte del proceso orientado a lograr su retorno al país”.
Como era de esperarse, la defensa de Toledo ha solicitado el pago de una fianza para que afronte el proceso en libertad y no en prisión.
En el caso de una persona que ha estado siempre en libertad -huyendo de la justicia peruana-, suena a burla su pedido de comparecencia sin restricciones, sobre todo si se trata de un prófugo.
También resulta jalada de los cabellos la defensa de Toledo, vía su abogado Heriberto Benítez, quien sostiene que existe persecución política y que han vulnerado sus derechos fundamentales en el pedido de extradición, seguro valiéndose de la versión de otros políticos procesados en el país por el mismo caso “Lava Jato”.
Pendiente también está el proceso Ecoteva, revelado en su oportunidad por Correo, en el cual se detalló cómo, presuntamente, quien gobernara el país del 2001 al 2006 blanqueó el dinero de los brasileños adquiriendo propiedades, casa y oficina, y pagando hipotecas. Por lo tanto, esperamos que la justicia peruana, que acaba de tocar el lomo del imputado, acelere el paso.